José Pilar Quezada Valdès -sentado a la izquierda- y Agustín Caloca Cortés -Sentado a la derecha- alumnos en el Seminario de Guadalajaraa
... "en la Iglesia conviven asnos, mulos y machos cabríos, algunos tan salvajes que se sienten deseos de matarlos, pero no es posible porque 'el Amo quiere recibirlos todos en buen estado'."
El Cura de Torcy a su colega de Ambricourt, en: "Diario de un Cura Rural", de Bernanos.

martes, 28 de julio de 2009

RAFAEL BELLO RUIZ, PINCELADAS DE UN ARDIENTE CORAZON COSTEÑO.

RAFAEL BELLO RUIZ,
PINCELADAS DE UN INTENSO CORAZON COSTEÑO.
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas.

-Monseñor Bello siempre estaba cerca de sus sacerdotes, en todos los momentos y circunstancias de la vida, testimonio de su amor a la Iglesia con su actitud, su ejemplo de humildad, con su entrega gozosa al servicio de sus presbiterio que ha cuidado con amor paternal. Mirada amable, que hacía participar de la felicidad del amor divino, hablaba de la bondad del corazón y compartía de gozo, suavidad y exquisita bondad de pastor; rayo de luz que hacía amable la vida, rayo de luz que ocultaba la austeridad de la vida cristiana, rayo de luz que lo hizo ser el Buen Pastor y, por ser Pastor Bueno, es imagen de Cristo. “Más vale una gota de miel que un tonel de hiel”… decìa.
-Si de niño sabía que sería sacerdote, siempre tuvo la certeza de que, con la ayuda de Dios, nada detendría su camino. Venía de un entorno pobre y su visión era la evangelización a los pobres. Así sería. Nunca olvidó que fue un niño pobre, pero muy entregado a la Iglesia. Y tuvo gran estima de aquellos niños pobres que crecían en el entorno de la Iglesia. Estima de la que gozaron, particularmente, dos niños que crecieron en el ambiente eclesial de la Parroquia de Mozimba, y que desde entonces fueron grandemente apreciados por Monseñor Bello: Pedro y Juan Carlos.
- Uno de los gustos particulares, adquirido ya desde el Seminario de Montezuma, Nuevo México, USA, era contemplar la naturaleza. Le gustaba caminar mientras rezaba el Santo Rosario, ver la pródiga naturaleza. Alma y carácter de costeño se templaban al paso, despacio, como los machetes en la fragua que, así forjados, quedaban más fuertes y adecuados.
- Gustaba de estudiar y leer, sobre todo leer, leer mucho, insaciable, estaba siempre al tanto de lo que sucedía en la Iglesia y en el mundo.
- El pueblo, que no sabe de rangos ni cargos, le llamaba Padre, desde entonces es, Padre para todos. Por años, tuvo por casa un pequeño cuartito con techo de lámina en pleno monte, en medio de las instalaciones del Seminario. Con una simple mesa de madera por escritorio.
-Su vida quedó marcada espiritualmente por un cura verdaderamente extraordinario: San Juan Bautista María Vianney. “¡Qué curioso!, -pensaba para sí siendo estudiante en San Sulpicio de París-. ¡Muy parecido en esa etapa de mi vida!: la persecución cristera, la suspensión de cultos, las misas a escondidas... y hasta su primera comunión a puerta cerrada, aunque en el caso de Paíto fue el bautizo, pero en las mismas condiciones. “¡Así, así quería ser! ¡Bueno... no un santo!, -pensaba para sí-... ¡pero sí como él en la entrega, en el amor por su gente, en su afán por servir, aconsejar, guiar al pobre, al más necesitado…de plano... así sería!” El Santo Cura de Ars sería, desde entonces, no sólo su patrono, sino su guía espiritual. Le tocó formarse en Francia, bajo esa gran figura sacerdotal, y allí definió su proyecto espiritual: Si desde niño sabía que sería sacerdote, ahora sabía qué tipo de sacerdote sería. El Santo Cura de Ars no le abandonaría jamás. Tres días después de su Ordenación como Presbítero, tendría uno de los honores -y gusto- más grande de su vida. Ofició su primera Misa en la misma parroquia en que viviera y actuara el Santo Cura de Ars, frente al altar que conserva sus reliquias. Pero no sólo eso, se le permitió usar todos los ornamentos originales del Santo Cura, y hasta el cáliz que utilizara en sus propias celebraciones litúrgicas.
-Monseñor Bello era un hombre de infinita paciencia. Charla y roce dieron a su carácter el toque de diplomacia propio de un buen líder espiritual. Todos y cada uno, presbítero o seminarista, fieles de todos los niveles, dan testimonio de hasta donde había llegado el buen trato y la relación amable que siempre brindaba. Su carácter comprensivo y conciliador fueron decisivos. En un ambiente proclive a la guerrilla y los desencuentros violentos, Mons. Bello tenía siempre a la mano el consejo paliador o la conseja restrictiva, pero ambas llenas de amor y comprensión.
- La Familia: Su familia había sido siempre muy unida, pero veía la de otros desmoronarse... y muy seguido. De ahí que le preocupara el tema, que hubiese sido tema del tema de siempre y a lo largo de sus años de estudio y preparación. Dos cosas le preocupaban y de las que quería ocuparse: la evangelización de los pobres... y la familia. La Familia fue precisamente el tema de su tesis en la Universidad Gregoriana, preparada bajo la supervisión y dirección del R.P. Severino Alvarez Méndez, su Director de Tesis. Había escogido una época en la que el futuro y vida de la pareja, del matrimonio pues, sufriera un embate terrorífico: la llegada de nuevas costumbres y normas. Hablaría sobre la legislación matrimonial en la Nueva España, en la etapa comprendida desde la conquista plena de mesoamérica hasta la determinación disciplinaria contenida o emitida por el Tercer Concilio Provincial de 1585. ¡Qué no daría porque la estabilidad social alcanzara a esa sagrada institución: la familia! Y por eso fundó y promovió decididamente el Movimiento Familiar en Acapulco.
- Sus estudios le hicieron un hombre conocedor... su trato esmerado con todos lo hicieron sabio. Su estancia como alumno le había enseñado disciplina; su ejercicio como maestro le dio la oportunidad de aprender a disciplinar, pero no a base de golpes o coacciones, sino con amor y comprensión. Su forja de un lado y otro de la línea templó el carácter del que, más allá de los deseos de sus benefactores, tenía marcada una senda mucho más larga, más profunda, de más responsabilidad. Rafael Bello Ruíz, por su equilibrio, dedicación, pujanza y espiritualidad, era el hombre adecuado para cualquier encomienda, por grande que ésta fuese.
-Intenso corazón costeño, lo mismo pedía el café hirviendo, como el agua helada y con hielitos. Ese corazón que amó a la Iglesia de Acapulco intensamente, y que se resistió a descansar hasta el último momento.
- Ciertamente, el ejercicio del ministerio de un Obispo no es simple, no es sencillo, y no es del gusto de todos, sin embargo están “puestos en su lugar por Dios, y debemos obedecerlos”.
A Monseñor Bello no le han faltado espinas en su caminar pastoral, que han lacerado su corazón de Pastor.
Una de ellas, tal vez la más importante: El caso del cisma lefebrista primero y SEDEVACANTISTA posteriormente. Liderado por quien en otro tiempo fuera su mentor en el Seminario de Chilapa, siempre entabló el dialogo público y privado. Quedó la mala semilla del cisma y la herejía, que persiste hasta el presente, teniendo como sede la Parroquia de la Divina Providencia, en el Barrio de Dominguillo en el centro de Acapulco. Se separaron de la Iglesia católica, y se constituyen en una secta. Este fenómeno fue para él una interrogante personal, teológica, sobre la naturaleza de la fidelidad del sacerdote.
Otra no menos importante: el caso de un fenómeno que se encuentra enquistado en la Ciudad de Atoyac de Álvarez mal llamada: IGLESIA DEL DIOS ÚNICO. Al estilo protestante, en el templo, sito en Atoyac, no hay ninguna imagen religiosa. Tiene pocos, o casi nulos, seguidores. Para Mons. Bello constituyó el dolor por el hijo perdido.
Otra más, fenómeno complejo, que ha dividido comunidades, pueblos y familias enteras, FALSOS SACERDOTES, que crearon la mal llamada: “Iglesia de Dios Católica Apostólica Nacional Mexicana Independiente”. Ángeles del mal, persisten en comunidades como El Gallinero (del área de Tres Palos), y en la colonia La Lajita (del área de Llano Largo). Haciéndose pasar por sacerdotes católicos, sin serlo, engañan a los fieles sencillos, simulando sacramentos inexistentes y faltos de eficacia santificadora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cierto Padre Juan Carlos. Nosotros gracias a Dios 🙏🏼 goza
Nos el maravilloso don que El tenia como sacerdote fuimos a
Fortuna dos de contar con su Amustad. SUENDO nuestro sacerdote espiritual y hacer cursillos de Cristiandad y pertenecer al movimiento Familiar Cristiano Muchas v ces tuvimos el honor de que nos visitara en nuestra casa Y siempre que visitaba el colegio Zumarraga. Pasaba a vernos pues Chucho su chofer bse estacionaba en nuestro garage y contábamos con su gran cariño que daba siempre a cuantos lo conocíamos. Descanse en Oaz Monseñor Bello tan querido por todos se que es un Santo 🙏🏼